martes, 18 de agosto de 2009

A 40 AÑOS DE WOODSTOK.

La trascendencia de Woodstok, aquel Festival irrepetible de agosto de 1969, fue mas allá de la música y la paz, sobrevivió 40 años hasta hoy, porque el motivo de la rebeldía de aquella inolvidable reunión en las afueras de New York trasciende los umbrales del tiempo y la dicotomía de su creación. Woodstok manejó los tiempos de la Guerra de Vietnam, las drogas, la paz, el amor libre de una forma encíclica, libre de todas formas y fondos de cuestiones sociales que reclamaban en aquella época cambios fundamentales en los stablishment mundiales. Se esperaban 50.000 almas y superó el medio millón, uno aprendió desde pequeño ( tenía 12 años apenas en esa época) que la música era una especie de salvoconducto, un pasaporte imaginario contra los controles del estado. Cuando ví la película por primera vez ( creo haberla vista 50 o 60 veces), el alma se transportó a esa granja vecina de la gran manzana y me sacudió la sangre. Woodstok fue el gatillo que disparó el amor libre, la liberación femenina, el grito por la paz y la droga libre, su esencia hoy perdura en quienes en mayor o menor medida nos sentimos aplanados por su música, Janis Joplin, Santana, Creedence Clearwater Revival, Art Guthrie, Jeffersson Airplane, The Years After, The Who, Joe Cocker, Sly and Family Stone y la gloria del cierre de Jimmy Hendrix tocando con los dientes el himno de los EE.UU, son algunos de los referentes de aquella época que nos cambiaron a muchos de nosotros las formas de vivir y de pensar, contangiándonos el espítitu de rebeldía y de Revolcuión en nuestros cuerpos. Aquel 17 de agosto, día de cierre de Woodstok, marcó por lo menos en mi viendo la película, el fuego sagrado en mi sangre, y es eterna lucha por pelear por la libertad de los oprimidos.

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